Si intentas mantener hoy en día la
atención de una persona de entre 1 y 29 años durante más de 20 minutos
simplemente hablando o con algún tipo de material que sea exclusivamente
textual, te deseo mucha suerte.
Yo prefiero experimentar cómo atraer y retener la atención de mis alumnos de otras formas, y de paso generar compromiso, participación y motivación:
- La conexión permanente es su elemento, si les desconectas, se asfixian. Todos
los expertos coinciden en señalar que una de las principales
características de los jóvenes en la actualidad es que están
permanentemente conectados. Y todo apunta a que la sociedad en la que
vivirán en el futuro y las organizaciones en las que trabajarán, van a
estar mucho más conectadas todavía. Sin embargo, nosotros les encerramos
entre cuatro paredes y les obligamos a apagar el teléfono móvil, es
decir, los desconectamos. Y decimos que así les estamos preparando para
su futuro. En fin… No compitas con el móvil, alíate con él. Muy pronto, el móvil será al aprendizaje actual lo que el libro a la educación tradicional.
Anímales a utilizar el móvil para buscar información, y ya de paso
hazlo de tal forma que les ayudes a que desarrollen su capacidad de
buscar, seleccionar, interpretar y compartir información relevante para
tu asignatura.
- Cuando tus alumnos quieren utilizar el teléfono móvil en clase, lo que quieren en realidad es interaccionar socialmente con otras personas. Si les das de eso en clase, no lo buscarán en el móvil. Lo
tengo comprobado, cuando les pongo a trabajar en grupo, se olvidan
completamente del móvil sin yo decirles nada. Y de paso, diseño la
actividad para que desarrollen un estilo colaborativo y entrenen algunas de las competencias laborales que
más van a necesitar el día de mañana: comunicar ideas, tomar decisiones
en equipo, ser parte de un liderazgo colectivo, etc.
- El hábitat natural del alumno 2.0 son las redes sociales,
y si hay algo genuino de las redes sociales, son las conversaciones a
mil bandas. Es decir, lo contrario del monólogo de un profesor
tradicional. Las redes sociales se llaman sociales por algo, porque en
ellas la gente se relaciona, comparte, conversa… La cuestión es cómo
recrear en el aula ese ecosistema de interacciones, que será además el
entorno educativo y laboral habitual del alumno 2.0, ya sea a través de
la formación online o en la red social corporativa de su empresa. Es
posible que no podamos recrearlo nunca porque las redes sociales son
una infraestructura de participación imposible de remedar en un espacio físico, en cualquier caso estamos muy lejos de generar en el aula un aprendizaje colaborativo, horizontal y estimulante,
como el que tienen nuestros alumnos de manera invisible e incidental
cuando, por ejemplo, discuten en los foros de internet sobre temas que
les interesan.
Obviamente no se trata de ponerles a
trabajar en grupo sin más, ni que busquen una información puntual en el
teléfono y ya (eso no garantiza por sí solo que entrenen ninguna competencia).
Mis alumnos y yo hemos tenido que experimentar y entrenar mucho para aprender cómo diseñar ese tipo de acciones formativas para que tengan sentido y sean eficaces desde el punto de vista educativo y a la vez motivacional.
El nuevo rol del educador consiste
en ayudar al grupo a encontrar sentido y estructura en todo ese trabajo
en equipo, en todas esas conversaciones y en toda esa información que
manejan. Y no me cansaré de decirlo, la mejor herramienta pedagógica que tengo es haber aprendido a diseñar y realizar dinámicas de grupo en entornos ajenos a la educación formal.
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